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Jaime Rojo y Daniel Moya

domingo, 1 de diciembre de 2013

Objetivo: proteger la Luna de tentaciones 'colonialistas'

Para evitar tentaciones colonialistas en la Luna, dos años antes del histórico viaje de Neil Armstrong, Naciones Unidas impulsó un tratado por el que los países que pretendían desarrollar actividades espaciales se comprometían a no declarar la soberanía sobre ningún territorio fuera de nuestro planeta.
El tratado del 1967, ratificado por EEUU, la Unión Soviética y otras 126 naciones, no prohibía el uso de la Luna ni de sus recursos, sino que enfatizaba la importancia de la cooperación internacional y de que cualquier país que lo deseara pudiera tener libre acceso al espacio.
Los países firmantes también se comprometían a no causar daños ni contaminar las áreas exploradas, así como a no llevar ningún tipo de armamento y a utilizar el espacio con fines pacíficos. "Los astronautas serán considerados como enviados de la humanidad", decía uno de los puntos del acuerdo.
Sólo EEUU y Rusia han puesto vehículos en la superficie lunar (el último, hace 37 años, fue el soviético Luna-24). Sin embargo los planes anunciados por China y otros países, así como por empresas privadas, están volviendo a poner a nuestro satélite de actualidad. Según exponen esta semana en un artículo en la revista Science los científicos Henry R. Hertzfeld y Scott N. Pace, del Instituto de Política Espacial de la Universidad George Washington, estos proyectos han vuelto a abrir el debate sobre la actividad comercial y el uso de los recursos que harán de nuestro satélite.
Pero sobre todo, estos investigadores muestran su preocupación por una polémica iniciativa legislativa introducida en el Congreso estadounidense el pasado 8 de julio. La Apollo Lunar Landing Legacy Act propone que los lugares en los que alunizaron las seis misiones que la NASA llevó a cabo desde 1969 a 1972 (Apolo 11, 12, 14, 15, 16 y 17) sean considerados como Parques Nacionales de EEUU para garantizar su conservación y preservar su valor histórico.
El debate científico sobre cuál es la mejor manera de conservar los sitios históricos donde los astronautas colocaron sus banderas y sus instrumentos está abierto. Hertzfeld y Pace defienden que en lugar de una iniciativa nacional y unilateral, como el texto propuesto en julio, se debe llegar a un acuerdo entre los países con intereses en nuestro satélite

Por Rojo

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